La matanza del cerdo, mas o menos la hacían todos los vecino; cuando se hacían matanzas, la celebración duraba tres días, y en estas se juntaba tanta gente como en una boda, ya que se invitaba a los familiares más cercanos, a los pastores que les quedase algún animal, y a las parejas recién casadas que hubieran invitado a la boda.

Dicho así, parece que el cerdo se comía durante los días que duraba la matanza, pero lejos de la realidad, ya que este quedaba casi intacto, por que para estos días se solía matar alguna oveja gorda, algún gallo o gallina que ya no ponían huevos y se hacían buenos platos de legumbre.

Cuando se mataba el cerdo, la sangre se cogía un poco en un puchero para hacer sopas morenas , y el resto caía sobre un barreñón que se preparaba con rebanadas de pan finas, para hacer después las morcillas con arroz.

La sangre también se solía coger en un caldero y con un cucharón de madera, se removía hasta que se enfriase un poco, lo suficiente para que no se cuajase y permaneciera liquida.

Morcillas se hacían muchas, ya que además de las tripas morcilleras del cerdo, se empleaban también tripas de oveja.

Una vez estaban preparadas, las morcillas se cocían en unas calderas grandes de cobre y durante este proceso siempre se rompía alguna por más cuidado que se tuviera.

Al caldo que salía de cocer las morcillas con lo que quedaba de lo que había reventado, se le añadía un condimento y después cuando ya estaba preparado se repartía por el pueblo con unos pucheros a la mayoría de los vecinos, este reparto lo hacían los chicos.

También se tenía por costumbre regalar alguna morcilla a las personas con las que se tenía mas amistad.

El resto del cerdo, se hacia piezas, y se elaboraban los alimentos correspondientes que se colgaban en unas varas en la cocina y cuando estaban en su punto de curación, la mayoría se freía un poco para meterlo en aceite en unas orzas de barro.

En estas orzas se echaba parte de los chorizos, costillas y lomos, mientras que los jamones permanecían en la cocina bastante tiempo para después meterlos en la despensa.

Los huesos se echaban pronto a los cocidos, ya que se ponían rancios enseguida y no merecía la pena ponerlos en conserva.

El tocino se iba comiendo desde el primer día, en trozos pequeños para que durase más tiempo.

Pero podemos decir que la mayoría de la matanza se guardaba para comerla en verano cuando se hacia la recolección de las cosechas.


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